domingo, febrero 24, 2008

LA VIDA DESPUÉS DE LA LAGUNA DE LA PLATA



Estaba en la casa de mi abuela, pues mi Tía Patty regresaba a Canadá y le daríamos su despedida- esas despedidas son de terror, las hermanitas se vuelven locas-. Desperté con una resaca insoportable, cuando mi abuela me dice que mi querido cuñado quería hablar conmigo. Contesto y me dice que todos los que habían quedado de ir con él a la laguna de la plata se habían arrepentido, que por favor fuera con él , que el único que iba de todos sus amigos era Juan Pablo. Yo lo pensé, porque estaba con esa resaca maravillosa, eran las diez y me había acostado a las 6:30 de la madrugada. Y empezó con la manipulación sicológica : tú me lo prometiste, cuando estábamos carreteando, no arrugues cuñada, cómo puedes, bla, bla, bla, bla. No me quedó otra que decir sí.



Llegué a mi casa a eso de las cinco. Arreglé mis cosas, -eso no tomó mucho tiempo- revisamos lo que nos faltaba y listo, a las 18:00 dejábamos nuestra casa y nos dirigíamos al Terminal Collao. Al llegar no encontrábamos pasajes para San Carlos, tuvimos que comprar pasajes para Chillán , así bajarnos en el cruce para tomar un bus que nos dejará en San Fabián de Alico.

Llegamos como a las 22:00 y en el lugar había mucha expectación, pues tocaban Los jaivas y otros grupos más. Decidimos comprar algo para comer y buscar un sitio para dormir, por otro lado queríamos ver a los jaivas, pero estábamos tan cargados de bultos que seríamos un estorbo. Una señora muy amable nos dio las indicaciones de un lugar donde podíamos acampar sin que nos cobraran , porque nos enteramos al llegar, que en todas las zonas de camping se debía pagar.

Al día siguiente despertamos, fuimos a la plaza a desayunar y a buscar algunas indicaciones. No faltaba la gente, todos daban sus advertencias. Como a las 11:00 caminamos en dirección al retén de carabineros para hacer dedo, pues eran 12 KM. caminando, en suma como 2 ó 3 horas de colapso total. A eso se le debía agregar las horas caminando para llegar a la laguna, así que debíamos agotar todos lo esfuerzos para no exigirle tanto a nuestros primerisos cuerpos.

Jean y Naty se fueron primero, tuvieron suerte. Yo le hice dedo a esa camioneta, pero NO nos quiso llevar, teníamos muchos bultos. Con Juan Pablo y Juan Ignacio nos quedamos intentándolo, pero pasaban los minutos y no sucedía nada. Total, decidimos caminar. Caminamos y caminamos, hasta que pasó una camioneta y nos dejó hasta el camping San Ignacio. Luego, volver a caminar... Cuando pasa otra camioneta que iba hasta Lara y por fin descansar los pies.

Nos bajamos en el puente Billuleo y ahí estaban Jean y Naty esperándonos en el paradero. Nos encontramos con otros chicos que regresaban a sus casas, nos desearon suerte y las típicas recomendaciones. Estábamos tomando nuestras cosas, designando las mochilas , el peso y todo eso, cuando mi hermana se da cuanta que no estaba su banano,pero ese no era el problema, resulta que ahí estaba la plata para el regreso y mi celu y el de ella. Mi cuñado se enojó , le dio la media foca, pues no tenían los datos de la camioneta en la cual habían viajado, cómo se llamaba el señor; lo único que sabían era el color de la camioneta y que iban más allá del puente. Entonces se oyó la voz resignada de mi cuñado: Naty, vamos a buscar tu banano.

Partieron a las 13:00 y regresaron por fin a las 17:00. Con Juan Pablo y Juan Ignacio queríamos partir, estábamos chatos en el paradero, el calor nos tenía locos y el polvo que se pegaba a nuestros cuerpos por ese sofocante clima, no era una sensación tan grata. Lo importante y fantástico es que dieron con la camioneta. Escucharon la armónica que estaba tocando un niñito debajo de un puente. Corrieron pensando que iban viajando, cuando bajan y notan que estaban en pleno asado y que el tipo estaba súper caña, les entregaron las cosas y no los dejaban venirse, hasta les dieron comida y una bebida. Por eso fue la demora, lo principal era que ya teníamos de regreso la plata, los celulares y podíamos emprender la caminata.





Iniciamos el viaje a la laguna de la plata como a las 18:00. Teníamos que pasar rápido porque un viejo malnacido cobraba por estar allá- quinientos pesos por día-.
Al principio, puras piedras que sientes en la planta de tus pies, bueno si andabas con zapatos mochileros, no pasaba nada, pero como yo no tenía, jodí. Después de un rato, el peso en tu espalda te liquida, los hombros se contraen, vas caminando más y más lento, hasta no sentir tu piernas,hasta el punto que tiritan, sobre todo cuando hay subidas empinadas; pero lo más cagativo es la sensación de que tu culo no te puede sostener, que es una masa que pesa entre tus piernas. Y subir, después bajar, después plano, luego empinado. Así va todo el camino, la naturaleza juega contigo, se ríe , te grita:¡ no eras tan CABRÓN PARA CONTAMINAR,CORTAR, TALAR, QUEMAR, DESTRUIR, TOMA MALDITO... A VER SI PUEDES CAMINAR!

Muchas veces me decía: por qué mierda acepté venir a este viaje maraco, por qué siempre te metes en problemas, por qué te dejas manipular tan fácilmente, o escuchaba a mi madre: ahora te quejas. Bueno tú quisiste ir, nadie te obligo; ahora aperra. Todos estos razonamientos esquizofrénicos tenía, hasta cuando pasaba alguien y me decía: Hola, falta poco... Hola, no te vas a arrepentir... Flaca, vale la pena. Esa buena vibra no te hace desistir. Es un viaje que te hace sacar lo mejor de ti, que pone al límite lo que tú tienes.

Luego de estos momentos, vino lo peor, empezó a oscurecer, no teníamos luz, no sabíamos dónde acampar, además que nadie conocía el camino porque todos veníamos por primera vez. Decidimos avanzar un poco más para encontrar agua, porque llevábamos horas alucinando por ella, cuando por fin: fogatas, carcajadas, voces, ruidos de carpas. Vamos entrando al claro, viendo si había lugar para nosotros, cuando con mi hermana nos damos cuenta que estaban Pato Molina y Felipe Caceres, amigos de Maule. Para cerciorarnos, gritamos:¡Alguno es de MAULE!...



Al día siguiente, a horas de haber pasado un carrete maravilloso, arreglamos nuestras cosas para abandonar el lugar y retomar nuestra travesía. Caminamos horas sin parar, a lo más para beber agua, habíamos decidido que teníamos que avanzar lo más posible, pues nos estábamos demorando demasiado y nos quedaban pocos días para disfrutar. Nos econtramos con gente que nos daba aliento, que estaba perdida, que estaba más cansada que nosotros y nosotros le dabamos la fuerza como una forma de retribuir lo que nos habían dado. Así un poco más relajados, más optimistas, un poco perdidos del camino también, divisamos la laguna y ese grito que todos escuchábamos cuando alguien llegaba.



A las 17:30 del día viernes 15 lo habíamos conseguido. Desde entonces pasamos los días más increíbles, con gente maravillosa. No importaba de dónde eras, qué eras, dónde vivías, tu religión , idiología, raza, sexo, etc. Sólo importaba que habías llegado al igual que ellos, que disfrutabas de la misma forma y por las mismas cosas, en definitiva todos compartiamos el gusto por una vida con paz y amor; donde todos somos libres.

Fueron noches de rock, folclore, beber, conversar, fumar, compartir canciones, letras e historias de vida. De acostarte sabiendo que no había nadie que te prepara algo, que tenías que comer lo justo, ir a buscar agua para comer o lavarte, en fin de sobrevivir por ti mismo y con lo que te brinda la naturaleza.



Finalmente, el día 19 de febrero emprendimos el viaje de regreso a Concepción. A diferencia a nuestra subida, nos demoramos dos horas en llegar al puente Billuleo. En hacer dedo nada, como a las a las 21:00 horas íbamos a San Carlos a tomar un bus que nos dejará en Chillán, de ahí algo que nos enviará devuelta a nuestros humildes hogares.



A la 01:00 arribamos en Concepción, nos fuimos a pie, no quedó dinero para tomar micro, pero como nos fuimos por Carreras, no pasó nada. Lo extraño era sentir el bullicio de la cuidad, y dejar de sentir el sonido de la naturaleza, aunque no falta mucho, volveremos el otro año a principio de Enero.

2 comentarios:

Sebastián dijo...

Que genial tu viaje.
Me imagino lo excelente de los carretes y de todo lo emocionante que tiene que haber sido llegar ahí...

Se me imaginó en cierto momento la película "The Beach" cuando llegan y no podían parar de gritar de la pura emoción... =)

Me encantaría embarcarme en una aventura así... pero creo que tendría que ir en moto para poder llegar :P


Un abrazo grande!

poettissa dijo...

Si tienes la posibilidad de hacer algo semejante, definitivamente hazlo. Es una experiencia inigualable.
Besos.