Te tiendes junto a mí
y comienzas a buscarme entre las sábanas.
Tus manos seducen mi piel,
despertando el deseo que brota con tu mirada.
Tu sonrisa maliciosa alimenta el juego.
Nuestros cuerpos se buscan,
se palpan y se reconocen
e inician su propio viaje.
La tormenta comienza;
moja cada rincón
y yo quiero empaparme de ella,
quiero beber cada sorbo, cada gota de ti.
Quiero limpiarme con esta agua
para recibir nuevamente este amor
que alimentas en mí,
para volar junto a él
el resto de tiempo que nos sea dado.
El tiempo avanza como un caballo salvaje
y nos recuerda todo el tiempo
que nos estuvimos buscando.
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